Historias de vida

Betsy: Una mujer constructora de paz

“Uno sale, luego de tantos años, a enfrentar una vida que no conoc{ia antes, pero hemos puesto la cara y aquí estamos”

Hablar con Betsy es hablar con una lideresa comunitaria, es compartir con una mujer dinámica que siempre está pensando en las miles de cosas por hacer, en las muchas posibilidades de emprender acciones. Betsy está totalmente comprometida con la defensa de los derechos de la mujer y la lucha por una sociedad más justa y equitativa, donde las mujeres puedan superar la historia de exclusión y violencia (de todo tipo), que este sistema patriarcal genera día a día.

Pero su discurso no es el de un feminismo elaborado y un poco externo, su forma de hablar es sencilla, franca, cercana y siempre enfocada en las mujeres, iniciando desde las más humildes, como las que habitan en el campo colombiano. Tal vez esta increíble capacidad de ser honesta, directa pero sencilla, tiene su explicación en su origen. Sandra (este es el nombre en los papeles, como ella dice), nació en el Neiva (Huila). Es huérfana, a su padre lo desaparecieron en el marco del conflicto armado, nunca supo que actor fue el culpable. Al no estar su padre, su madre, una mujer campesina, se hizo cargo de todo. Al igual que las miles de historias de violencia de este país, en el que las mujeres sostienen sus hogares después de quedar solas gracias a la violencia, en ocasiones esta carga es demasiado grande. “Mi madre fue una mujer campesina, le tocaba muy duro y no hubo otra salida sino coger el camino más cercano, en esos momentos estaban las FARC y esa fue la decisión”, comenta Betsy en este sentido.

La historia de esta mujer es un relato común en el campo colombiano: muchas familias marcadas por la violencia en contextos muy difíciles, pocas oportunidades de empleo o de estudio, en medio de la pobreza y la violencia siempre acechando sus puertas. Así, siendo muy joven, decide irse a la guerrilla de las FARC EP pero aclara: “Ninguno de nosotros ingreso a las FARC porque esto fuera un turismo, un paseo, una aventura. No, ingresamos por otras razones: falta de oportunidades en el campo, falta de opciones para nuestra educación, porque nos estaban acabando con nuestros padres, con nuestras familias, nosotros apenas éramos unos adolescentes que no sabíamos…y la mejor familia y el mejor camino que pudimos haber escogido fue las FARC EP en el campo, porque era una de las organizaciones más sanas, al contrario de las actitudes y las acciones del ejercito… Las FARC siempre inculco valores”. Así, Betsy nos cuenta que gracias a estar a las FARC ella se mantuvo lejos de cuestiones como el consumo de drogas, se mantuvo concentrada, formándose y esto es algo muy valioso para ella.

Estando en las FARC-EP estuvo en varios territorios: “Mi proceso de Lucha fue en Caquetá, Meta, Guaviare, Putumayo”, dice esta mujer, quien dedicó más de 27 años a esta organización, siempre con la convicción de encarnar a una mujer guerrera, una guerrillera que estaba y está convencida de la lucha por la justicia social.

Pero, hacer parte de una estructura militar no es fácil y el asunto para una mujer trae sus propios retos, pues además de ser en lo cotidiano igual que el hombre, en temas de combate y de la organización en el marco del conflicto, es necesario encarar y abanderar la lucha de las mujeres en la sociedad. En sus propias palabras: “es cosa de tener metas, proyecciones y además mucha convicción. El papel de la mujer guerrera, como lo nombran, es el papel de esa mujer que desea un cambio para la sociedad colombiana. Las mujeres en la lucha social y armada recogimos los legados históricos que nos dejaron esas indígenas que entregaron todo por la emancipación del pueblo en resistencia”.

Cuando llegó el proceso de negociaciones para el Acuerdo de Paz,  Betsy se dedicó de lleno a la pedagogía, siempre explicando cómo iba el proceso a las comunidades. “Me parecía que era un sueño para todos los colombianos, por eso hacía todo convencida de que era lo mejor que nos podía pasar en nuestras comunidades, esa fue mi tarea, la pedagogía de paz”, subraya ella frente al tema.

Señala que fue su labor en el momento, pero que aún hoy lo sigue haciendo, porque a través de este ejercicio puede ayudar a sensibilizar sobre la importancia de superar la violencia. Es una vía para el trámite de las situaciones sociales y especialmente, la violencia contra la mujer. En este ejercicio ha aprendido mucho, conocido gente muy valiosa y se ha encontrado con respuestas muy positivas. Ella comenta que, “en las comunidades las mujeres cuentan historias en las que lo perdieron todo, están atravesadas por un profundo dolor. Pero aun así, están comprometidas con que el mejor camino es la paz”.

Al hablar del acuerdo de paz, Betsy está convencida de que es un paso muy importante, especialmente para aquellas personas, familias y comunidades que tuvieron que vivir y sufrir el conflicto en carne propia. Cuenta que al empezar este nuevo proceso de negociación dentro de las FARC-EP muchos tenían dudas, estas provenían de los aprendizajes de intentos anteriores, como el de los diálogos con el gobierno del expresidente Pastrana. “Teníamos dudas por los engaños de los gobiernos pasados, esa era la fuente de la incredulidad”, comenta ella.

Sin embargo, estaba convencida de que era necesario insistir. Piensa que “no podemos seguir matándonos entre gente del pueblo, sean policías, militares, guerrilleros o no. Es deshumanizado. La población sentía la misma necesidad de que todo esto acabara, hablábamos con las madres de guerrilleros, de militares, de policías y todas querían la paz”.

Con el paso de los días y después de la firma, llegó el momento de la dejación de armas, allí los sentimientos se hicieron más intensos. “Con el desarme nos sentíamos vulnerables, sentíamos que se nos quitaba parte de la vida, ya que el arma es parte de la vida militar, una defensa si se sabe utilizar”.

De nuevo como es recurrente Betsy piensa en el papel de las mujeres en todo este proceso, relata que a pesar de la multiplicidad de violencias recibidas por las mujeres, aún muchas se mantiene firmes con los acuerdos, a pesar de que considera se han dicho cosas que no son reales de las excombatientes, ellas se mantienen en pie con su decisión por la construcción de paz. Ella comenta que: “Las mujeres fueron heridas, capturadas, violadas y pese a eso, se mantienen firmes en el proceso. Como mujeres hemos recorrido un camino que nos consolidó y dio mucha claridad. No es sumisión, es lucha y compromiso, incluso con la pérdida de nuestras familias. Nos hemos mantenido firmes a pesar de tanto prejuicio y cosas que se han dicho de las excombatientes, el estigma que existe sobre nosotras. Luchamos por la equidad y una participación en igualdad de condiciones, por sacar este proceso adelante, por nuestras propias vidas”.

Hoy Betsy Ruiz sigue trabajando con la misma convicción y compromiso. Hace parte del equipo de coordinación del ETCR Agua Bonita, ahora Poblado Héctor Ramírez de la Montañita (en el Caquetá). Trabaja con las mujeres y la comunidades del departamento y fue candidata al concejo por el partido FARC en las pasadas elecciones. Dentro de sus principales objetivos, por supuesto, el trabajo de género. Al respecto añade: “El trabajo de género lo hago con comunidades, con mujeres que perdieron a sus hijos en esta guerra, sean del bando que sean. Mujeres cuyos hijos nunca recibieron sepultura. Hay muchas historias dolorosas de mujeres que perdieron mucho. Yo también fui afectada por este conflicto, perdí familia, me pongo de lado de las personas que perdieron todo en el conflicto, de las familias que fueron degradadas. Esas mujeres me despiertan el compromiso de seguir, como ellas, luchando por la equidad de género. Es valiente luchar por la equidad de la mujer, porque ellas cuenten su historia, que se desahoguen, que superen todo lo vivido”.

Betsy cuenta que su trabajo actual tiene muchos retos, que es difícil y requiere de mucho esfuerzo, en ocasiones ha sentido el peso de la estigmatización. “Es algo que se comprende por qué no es fácil”. Por ejemplo, al hablar de su experiencia como candidata, explica: “Uno entiende que puede ser normal, la gente tiene como esa vaina de decir vea usted perteneció a las FARC EP pero ahora es candidata, que vaina votar por usted, quién se dará cuenta, qué nos dirán, qué pasara, dirán que nosotros estamos o fuimos o no sé qué, eso nos marcó bastante en el tema político electoral”.

Contrastando, al mismo tiempo resalta aprendizajes y trabajo colectivo que la llena de satisfacción. Su relación con las comunidades receptoras, en su opinión, es muy buena, han podido trabajar y han aprendido mutuamente. Las comunidades reconocen en las personas del ETCR un gran potencial en el trabajo organizativo y ellos han aprendido de la experiencia de las comunidades. Al respecto menciona que: “Nosotros aprendemos de ellos la aceptabilidad que ellos han tenido con nosotros  y la experiencia que han llevado toda su vida en el marco del conflicto porque de una y otra manera también son víctimas, por estar en fuegos cruzados. Lo que hemos hecho con ellos es contarnos nuestras experiencias, desarmar nuestros corazones y decir de que si podemos aprender a vivir en convivencia, porque de una u otra manera a todos nos ha tocado la situación  del conflicto, todos perdimos familia, todos sufrimos situaciones de uno o de otro lado, entonces pues eso ha sido como parte del entendimiento que ha habido”.

Al preguntarle por el futuro Betsy se mantiene muy clara en sus objetivos y así se plantea su vida en relación siempre con las mujeres y las comunidades: “Mi visión siempre fue, ha sido y será, la justicia social en este país tan patriarcal y machista. Sigue vigente hoy más que nunca la defensa de las mujeres por la vida, la paz y la justicia social. Esta situación en el país debe cambiar, por el bien de nuestras futuras generaciones. Transitar del conflicto armado a la paz requirió entender que este país no podía seguir por el camino de la guerra, de forma deshumanizada, viendo tanto compañero y compañera caer y tener que continuar. Eso es muy duro, algo que no se olvida. Por eso, firmar la paz es, y debería ser para todos, un compromiso humano. De lo contrario, tal vez no podría estar ahora contando esta historia, soy sobreviviente de este conflicto. Yo estuve 27 años en esta organización y eso es una experiencia de sobrevivencia. Es peor que se mantenga la guerra todo el tiempo, la paz es necesaria para que nadie muera miserablemente”.