La Vida de Sandino: Varios caminos un solo fin
ETCR de Pondores. Foto: Camilo Ara para Alianza para la Paz
“Si tú te portas mal con una comunidad, la comunidad te va a rechazar, estés donde estés: la Policía, el Ejército o la guerrilla o donde sea, pero si tú te portas bien, en cualquier parte donde estés, la gente te va a querer”.
El Bajo Cauca antioqueño fue el territorio donde nació Álvaro José, Caucasia su pueblo natal y El Bagre el que lo vio crecer. En este último aprendió de primera mano, cómo en una tierra tan rica en recursos naturales y llena de campesinos y mineros trabajadores, las condiciones sociales y económicas pueden ser muy precarias. “Se ve el atropello contra el campesino, contra el obrero”, dice.
En esta región del país, pudo constatar desde muy joven como los campesinos en Colombia sufren de injusticias, desigualdades y pobreza. A pesar de esto son personas humildes, solidarias que siempre reciben con la mejor de las actitudes. Tal vez de aquí viene su amor, pasión y admiración por el trabajo campesino y rural, es difícil escucharlo sin que recurra a hablar del campesinado y las necesidades que tienen o de cómo a través de la organización comunitaria, podrían encontrarse soluciones para sus problemáticas,. Surgen preguntas como: ¿cuánta tierra está disponible en la Guajira? o ¿qué podemos hacer para garantizar la comercialización de los productos de las veredas? Son problemáticas que rondan la mente de este hombre que formó parte de las FARC-EP durante 27 años de su vida.
Pero Álvaro José nos hace ver que no solo los campesinos sufren estas condiciones. En El Bagre, como en otros municipios del departamento de Antioquia o sus vecinos del Sur de Bolívar, la existencia de oro en sus territorios marcan una contradictoria situación. Es tan rico el territorio en el que nacen, viven y trabajan, pero a la vez tan pobres y difíciles sus condiciones de vida. “Yo soy del Bagre, un pueblo minero que fuera pa que tuvieran una buena universidad al menos, una buena vía de penetración”, nos cuenta al recordar el pueblo que lo vio crecer.
La pequeña minería o la minería artesanal en Colombia, se ha convertido en una labor de sobrevivencia para muchas personas del espacio rural o que se han desplazado tras las distintas olas de violencia en busca de zonas más seguras, en donde puedan establecerse y tener alguna actividad productiva que los sostenga. En el Bajo Cauca antiqueño este ejerció de la pequeña minera o la minería artesanal, se ve acompañado de la minería a gran escala. Los ríos Cauca y Nechí, son el epicentro de esta explotación, por la riqueza de sus cauces.
Sin embargo, Álvaro José resalta como unos actores son más aceptados que otros y esto se ve como otro obstáculo más para los pobladores de la región. Él cuenta que, “los mineros artesanales que son los que siempre han existido con su profesión de mineros desde pequeños, son perseguidos a diestra y siniestra por el ministerio de minas y energía y ellos siempre han vivido de la minería, mientras que las grandes mineras, las empresas grandes, son más destructivas de la naturaleza, causan más impacto ambiental, esas si pueden trabajar, dañan agua, dañan bosques, dañan lo que sea y hay no hay control”. Además señala que, a pesar de esto, los pequeños mineros siguen manteniéndose en su actividad, así para los barequeros el precio del oro continúe siendo muy bajo.
Estos primeros años de la vida de Álvaro y su familia, esbozan el retrato de la vida de muchos colombianos y colombianas que con mucho esfuerzo han procurado mantenerse en el campo ejerciendo las labores agrícolas y dependiendo de cada territorio, recurriendo a acciones de supervivencia. Por ejemplo, “El rebusque” como la minería artesanal. Poco a poco, a través de la lectura fue enterándose como, en otros países, la lucha revolucionaria se daba en respuesta a situaciones muy similares. Luego ingresa al Partido Comunista en 1986, mientras tanto se ganaba la vida en varias labores: guardián en la cárcel, vigilante, trabajador de una empresa de banano y en la empresa minera Mineros S.A.
En el año 1989 toma una decisión trascendental. A Álvaro José le llegó el momento en que pensó: “voy a aportar un poquito a la lucha, para así poder ayudar al campesino”. En este momento y con esto en su mente, ingresa a hacer parte de las filas de la guerrilla de las FARC y se convierte en SANDINO. Era una lucha necesaria, cuenta Sandino. A demás menciona que, “la gente piensa que de la noche a la mañana va a llegar el gobierno, venga usted no tiene tierra, vamos a ponerlo aquí…para esa cuestión tenemos que estar preparados y como tenemos que estar preparados en organizaciones”. Una vía organizativa viable para él, en los años 80, fue la lucha guerrillera. Esta le dio a Sandino una ruta, una opción para la trasformación.
Durante el tiempo que duró su paso por la guerrilla, 27 años, se llenó de historias y aprendizajes, aunque reconoce que en algunos momentos se cometieron errores. Su papel siempre fue en relación y comunicación con las comunidades. “27 años en el trabajo de masas, con la población, explicando las razones por las cuales estábamos en armas”, dice. También era uno de los encargados de ser los primeros en reconocer un territorio, las rutas, los caminos donde están las cosas, el agua “conocer el territorio es muy importante, pa uno moverse en el terreno tiene que saber dónde está parado”, sentencia Sandino.
Recuerda su paso por la guerrilla con orgullo, resalta que fue consiente desde el momento en que se fue y que esa conciencia fue creciendo con el tiempo. En la guerrilla paso por muchos territorios “inicie en el sector del Bajo Cauca y luego fui para el Sur de Bolívar, luego estuve dos años en la cárcel, después regresé y me mandaron para Montes de María, Antioquia, Atlántico y Magdalena Medio, hay termine en la Mahecha”1 . Recuerda también muchos momentos tristes: la primera vez que vio morir a un compañero; aquella vez que se despidió de dos amigas, Luz Marina y Kate Lapencúa. y después se enteró de su muerte; ese desprenderse de sus amistades y después ya no poder contar con ellas, cuenta que esos momentos fueron muy duros.
Cuando iniciaron las negociaciones con el gobierno de Juan Manuel Santos, en el escenario guerrillero se sentía mucha incertidumbre. Para esa época recuerda Sandino como incluso con cese bilateral de fuego, tuvieron momentos muy difíciles: “una compañera que le decíamos Mónica, salió a hacer una vuelta con otro compañero y los mataron a los dos… uno no creía en esa vaina, más sin embargo, se siguió insistiendo… A medida que uno se iba dando cuenta que las cosas avanzaban íbamos siguiendo la corriente, los mandos estaban seguros de que las cosas iban a cambiar”.
Sandino resalta que hay cosas muy positivas de los acuerdos firmados, como el punto de la Reforma Rural Integral, “es que uno lo lee y lo llena de emoción”. En materia del fin del conflicto, resalta que por lo menos ellos cumplieron y dejaron las armas, pero no puede ocultar su preocupación frente a lo que el identifica como la falta de voluntad del gobierno para cumplir con los acuerdos. Apunta sobre la reincorporación, que para que efectivamente sea una realidad, debe haber voluntad de ambas partes. Señala que, “si el gobierno nacional tuviera voluntad política seria diferente pero no hay, entonces hay que luchar contra la corriente”.
Sin embargo, Sandino aún tiene esperanza. Dice que quiere ver un campo productivo, el campesino viviendo feliz y con tierra. Recuerda la expectativa con la que salieron de su campamento “Salimos de un campamento a Carrizal, contento porque uno dice: vamos a darle un cambio a Colombia, mirar al campesino trabajando organizado, los niños organizados, las carreteras organizadas”. Valora que como resultado del Proceso de Paz, algunos de sus compañeros pueden estar con su familia y él, volver a tener contacto con ellos. “Yo no puedo estar con mi familia -aclara Sandino- porque en mi pueblo hay mucho paramilitarismo y pues…yo no puedo estar con ellos allá, pero yo hablo todos los días con mi mamá, con mis hermanos”. Además, resalta que ahora puede volver a hablar con sus dos hijos. Uno de ellos, de hecho, hace parte de las fuerzas militares, situación que le da un sentido muy especial al reencuentro y al significado de la reincorporación.
Sandino afirma que en este nuevo momento, los libros y el estudio son muy importantes y de nuevo reitera su idea de la necesidad de fortalecer la organización comunitaria del campesinado, para buscar la mejoría de sus condiciones. Acerca del trabajo comunitario explica que es un trabajo que requiere de mucha dedicación, con muchos retos y agrega que el aporta con su día a día en este sentido, a pesar de tener muchas dificultades. “Se necesita de mucha dedicación, necesita de mucho sacrificio, a mí me gustaría hacer esa cuestión pero a veces carece uno de transporte… por ejemplo ir de aquí pa Conejo cuando uno no cuenta con transporte, vale cinco mil…pa todos los lados donde uno se mueva tiene uno que conseguir un transporte”, comenta en ese sentido.
Al preguntarle por las relaciones con las comunidades Sandino nos cuenta que se siente agradecido, que los han recibido muy bien, que de hecho algunas comunidades les piden que los visiten. El intenta hacerlo cada vez que puede, dice que es necesario acompañarles y ayudarles. Al respecto describe: “Un día que uno haga perder a un campesino para ellos es mucho, pero si uno se reúne por la tarde o en la mañana, que les quede tiempo para trabajar…si una fundación o una entidad o una organización quiere ayudarles, así sea en orientación, porque nosotros plata no tenemos, pero con gestiones, con contactos, ellos se van a sentir contentos, no se van a sentir solos, se van a sentir acompañados”. Siempre con buenas intenciones, él dice tener muy claro que “si tú te portas mal con una comunidad, la comunidad te va a rechazar, estés donde estés la policía, el ejército o la guerrilla o donde sea, pero si tú te portas bien, en cualquier parte donde estés, la gente te va a querer”.
Señala que el ETCR en el que se encuentra, Pondores, es uno de los más fortalecidos y eso ayuda, pues la apuesta de todos sigue siendo colectiva. “Nos hemos mantenidos unidos, sabemos que juntos podemos conseguir las cosas”, añade. Además, siempre piensan en hacerlo de la mano con las comunidades cercanas. De esta relación resalta que no se han sentido estigmatizados, esto se demuestra en que no se ha sentido rechazado por las comunidades. Sin embargo, señala que las instituciones a veces si lo hacen y espera que esto vaya cambiando.
Sandino hoy como persona en proceso de reincorporación, se encarga de liderar la junta de acción comunal de su poblado y de relacionarse en buena parte con las comunidades cercanas al ETCR. Ahora sin armas, su respuesta ante las dificultades de su comunidad y las de la Guajira, está en la organización comunitaria, en poner ejemplo. Sin embargo, se sobrecoge al reconocer que el trabajo necesario para el campesinado de esta región y del departamento de la Guajira es difícil, pero su compromiso y voluntad esta firme con la paz y como siempre, con los campesinos.
1. Compañía Raúl Eduardo Mahecha del Bloque Magdalena Medio.